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La paradoja de la innovación en usa y Latinoamérica

La paradoja de la innovación

Invertir más en investigación y desarrollo, como hemos asumido durante mucho tiempo, es una forma segura de impulsar la innovación, aumentar la productividad y fomentar la creación de empleo y el crecimiento económico. Sin embargo, a pesar de que Estados Unidos ha expandido drásticamente el gasto en I+D en las últimas cuatro décadas, sucedió lo contrario. La innovación, los avances en productividad y la expansión económica se desaceleraron. ¿Qué salió mal?

Datos del mundo real muestran que la innovación va más allá que simplemente invertir dinero en ella. Grandes empresas llegaron a dominar vastas áreas de la economía estadounidense, desplazando a negocios más pequeños y startups más innovadores. A lo largo de diversos sectores, los big players priorizaron movimientos estratégicos para defender sus negocios en lugar de buscar una innovación genuina. Como resultado, la economía perdió oportunidades potenciales de crecimiento, según investigaciones recientes.

Estos hallazgos sugieren que es hora de repensar y mejorar el enfoque que garantice la innovación y el crecimiento económico. Los responsables de la formulación de políticas deben fomentar no solo la I+D, sino también la asignación más eficaz de recursos.

La espada de doble filo de la innovación

En la década de 1980, la inversión total en I+D en EE. UU. representaba el 2.2 por ciento del PIB. Hoy en día, esa cifra es del 3.4 por ciento, según la Fundación Nacional de Ciencias (ver Gráfico 1). El gasto privado en I+D por parte de las empresas se ha más que duplicado, pasando del 1.1 por ciento del PIB al 2.5 por ciento.

Según los modelos económicos convencionales, ese tipo de aumento en el gasto en I+D debería haber llevado a un crecimiento económico acelerado, en lugar de la desaceleración que realmente ocurrió. El crecimiento de la productividad entre 1960 y 1985 promedió un 1.3 por ciento. En las siguientes tres décadas y media, los avances en productividad estuvieron por debajo de ese promedio, excepto por un breve repunte a principios de los años 2000, y el crecimiento anual ha ido disminuyendo en general.

Nathan Goldschlag, de la Oficina del Censo, y Ufuk Akcigit realizaron extensos estudios para comprender los factores detrás de la paradoja de la productividad. Descubrieron un cambio significativo en el panorama de la innovación en EE. UU. En las últimas dos décadas, la proporción de la población involucrada en la producción de patentes casi se duplicó, mientras que el crecimiento de la productividad se redujo a la mitad.

La explicación puede residir en cómo se asigna el gasto en I+D. En investigaciones anteriores, William Kerr, de Harvard, y Akcigit encontraron que las pequeñas empresas son más innovadoras en relación con su tamaño, lo que sugiere que utilizan los recursos de I+D de manera más eficiente. A medida que las empresas crecen y dominan sus mercados, a menudo cambian su enfoque de la innovación a la protección de su posición en el mercado.

En un estudio más reciente, Salome Baslandze, Francesca Lotti y cigit mostraron, que las empresas más grandes tienden a innovar menos y, en cambio, se dedican a actividades que limitan la competencia. Una de estas actividades es contratar a políticos locales. A medida que las empresas ascienden entre los 20 jugadores más grandes de su industria, contratan más políticos, mientras que su producción de patentes disminuye. Esto resalta lo que llamamos la paradoja del liderazgo, donde las empresas líderes destinan recursos a mantener su dominio en lugar de fomentar la innovación.

Este cambio de enfoque entre las grandes empresas podría ser un factor crucial en la desaceleración de la productividad en EE. UU. A medida que los jugadores dominantes priorizan movimientos estratégicos sobre la innovación genuina, la economía en su conjunto casi con certeza está perdiendo oportunidades de crecimiento potencial. Comprender esta dinámica es crucial para los responsables de políticas que buscan fomentar la verdadera innovación y estimular el crecimiento económico.

En las últimas dos décadas, ha habido una notable reasignación del recurso humano innovador hacia grandes empresas establecidas. A principios de este siglo, aproximadamente el 48 por ciento de los inventores estadounidenses trabajaban para estas grandes empresas incumbentes, aquellas que tienen más de 20 años y emplean a más de 1,000 trabajadores. Para 2015, esa cifra había aumentado al 58 por ciento, lo que marca un cambio significativo en dónde se concentra el talento innovador del país.

A primera vista, este cambio puede no parecer problemático. Después de todo, las grandes empresas podrían tener los recursos para respaldar una extensa I+D. Sin embargo, la investigación muestra una tendencia preocupante: los inventores que se trasladan a grandes empresas se vuelven menos innovadores en comparación con aquellos que se mudan a empresas jóvenes.

Contratación que frena la innovación

Una práctica frecuente e identificada es la contratación que frena la innovación. Esto ocurre cuando grandes empresas establecidas contratan empleados clave de competidores más jóvenes, a menudo ofreciendo salarios más altos. Sin embargo, en lugar de utilizar a estos nuevos empleados para impulsar la innovación, las grandes empresas pueden colocarlos en roles que no aprovechan completamente sus habilidades. Como resultado, estas personas se vuelven menos innovadoras y la capacidad innovadora general de la economía se resiente.

Después del 2000, hubo un notable aumento en la propuesta salarial ofrecida por las empresas establecidas, en comparación con los salarios pagados por las empresas más jóvenes. La diferencia salarial se amplió en un 20 por ciento, lo que llevó a muchos innovadores a cambiar de trabajo y unirse a empresas más grandes y bien establecidas (ver Gráfico 2). Sin embargo, la capacidad innovadora de estos inventores disminuyó en un 6 por ciento en comparación con la de sus pares que se unieron a empleadores más jóvenes.

Una interpretación de esta práctica podría ser que sirve como un movimiento estratégico por parte de las grandes empresas para neutralizar posibles amenazas competitivas. Al contratar a los mejores talentos de los rivales, estas empresas no solo debilitan a sus competidores, sino que también impiden que estos individuos contribuyan a innovaciones potencialmente disruptivas en otros lugares. Esta estrategia puede beneficiar a la empresa contratante a corto plazo, pero supone un riesgo a largo plazo para la innovación y el crecimiento general de la economía.

Esto sugiere que, aunque EE. UU. ha aumentado el gasto general en I+D en relación con el PIB, el desplazamiento del talento inventivo hacia grandes empresas antiguas no ha llevado al impulso esperado en productividad. Estas empresas industriales incumbentes a menudo priorizan el mantenimiento de su dominio en el mercado sobre el empuje hacia los límites de la innovación. Esta postura defensiva significa que, aunque se están destinando más recursos a la I+D, no se están utilizando de manera tan efectiva como podrían hacerlo en empresas más pequeñas y ágiles.

En consecuencia, la economía de EE. UU. no se está beneficiando del crecimiento en productividad impulsado por el gasto en I+D. Esto subraya la importancia no solo de la cantidad de inversión en I+D, sino también de dónde y cómo se asigna. Para aprovechar verdaderamente el poder de la innovación, las políticas e incentivos deben cambiar para fomentar un comportamiento más dinámico y arriesgado, particularmente entre las pequeñas empresas y las startups. Esto podría conducir al tipo de avances en productividad que necesita EE. UU.

La innovación en Guatemala

La paradoja de la innovación en América Latina, y particularmente en Guatemala, refleja un dilema similar al que se observa en economías más desarrolladas, como la de Estados Unidos. A pesar de los esfuerzos por fomentar la innovación a través de mayores inversiones en investigación y desarrollo (I+D), los resultados no siempre han sido proporcionales al capital invertido. En lugar de una expansión rápida en productividad y crecimiento económico, los avances han sido más lentos de lo esperado. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué está fallando?

En América Latina, los gobiernos y las grandes empresas han aumentado significativamente el gasto en I+D en las últimas décadas. Sin embargo, estudios y datos empíricos demuestran que la región aún enfrenta barreras estructurales que frenan el potencial de estas inversiones. Según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), América Latina invierte, en promedio, menos del 1% de su PIB en I+D, cifra mucho menor en comparación con otras regiones del mundo. A nivel empresarial, gran parte de los recursos destinados a innovación tienden a concentrarse en un número limitado de grandes corporaciones, lo que genera una dinámica similar a la observada en EE. UU.: las grandes empresas priorizan la defensa de sus mercados y posiciones dominantes sobre la búsqueda de innovaciones disruptivas.

En Guatemala, las pequeñas y medianas empresas (PYMES) son el motor de la economía, representando más del 90% del tejido empresarial, pero enfrentan serios desafíos para acceder a los recursos y el capital necesarios para desarrollar innovaciones. La brecha tecnológica, la falta de infraestructura y el acceso limitado a financiamiento y capacitación técnica obstaculizan el crecimiento de iniciativas innovadoras en estas empresas más ágiles. A pesar de que son más eficientes en el uso de recursos de I+D, las PYMES guatemaltecas suelen ser desplazadas por las grandes empresas, que captan la mayor parte de los incentivos gubernamentales y las oportunidades de inversión.

Además, la inversión en talento innovador ha estado mal distribuida. Las universidades y centros de investigación guatemaltecos, aunque desarrollan proyectos importantes, carecen de una vinculación efectiva con el sector privado para comercializar y aplicar las innovaciones tecnológicas a escala. Este fenómeno no solo limita el impacto de la innovación en el crecimiento económico, sino que también frena el desarrollo de soluciones locales para problemas clave como la agricultura sostenible, el acceso a servicios financieros y la inclusión digital, aspectos vitales para el desarrollo de Guatemala y América Latina.

Otro factor que contribuye a esta paradoja es la «contratación que frena la innovación,» un fenómeno identificado tanto en economías desarrolladas como en desarrollo. En Guatemala, las grandes corporaciones frecuentemente absorben el talento innovador de empresas más pequeñas o startups, ofreciendo mejores salarios pero sin maximizar el potencial innovador de estos profesionales. En lugar de canalizar sus capacidades para generar nuevos productos o servicios disruptivos, el talento es empleado en roles que sostienen las operaciones existentes, lo que reduce su capacidad de impactar el mercado con innovación transformadora.

Para superar esta paradoja, es necesario adoptar un enfoque más inclusivo y estratégico. Las políticas públicas deben fomentar no solo el aumento en el gasto en I+D, sino también la creación de un ecosistema que apoye a las startups y PYMES, que suelen ser las fuentes más dinámicas de innovación. Esto podría incluir incentivos fiscales específicos para empresas emergentes, la mejora del acceso a capital y la eliminación de barreras burocráticas para el emprendimiento.

Además, es crucial fortalecer la colaboración entre el sector público, el privado y las instituciones académicas. La innovación no se trata únicamente de aumentar los recursos, sino de asegurarse de que estos lleguen a donde pueden ser más efectivos. En Guatemala, iniciativas como el apoyo a incubadoras de empresas, la digitalización de procesos en microfinanzas y la formación de alianzas estratégicas con universidades podrían potenciar significativamente el impacto de la innovación en el desarrollo económico.

En resumen, la paradoja de la innovación en Guatemala y América Latina no radica en la falta de inversión, sino en la forma en que los recursos están siendo distribuidos y utilizados. Al igual que en el caso de Estados Unidos, concentrar el talento y los recursos en grandes empresas no ha producido el impacto esperado en términos de productividad y crecimiento económico. La clave está en redirigir estos esfuerzos hacia empresas más pequeñas y dinámicas, que a menudo poseen una mayor capacidad para generar innovaciones disruptivas y catalizar un desarrollo económico más inclusivo y sostenible.

Lee el articulo original en https://www.imf.org/en/Publications/fandd/issues/2024/09/the-innovation-paradox-ufuk-akcigit